martes, 1 de marzo de 2011

Maria del Alma

Maria del Alma
nació una noche de luna naranja.
Agosto maduraba con estrellas de plata.
Unas lentejas de sangre no bailaron la danza de la vida.

Un mes mas tarde,
la hospitalizaban, en camas de cerámica blanca.
A través de los cristales
le declaramos el amor de nuestra alma.
Ella tumbada con orificios de nácar.
Nosotros llorando con lagrimas de mar amarga.
Por los cristales de la UCI no pasan las palabras,
pero, pasa su madre, anunciandole la vida.

Así pasaron 2 años,
en los que viajamos, a aquella sala, del materno infantil en la ciudad de las ermitas.
Hasta que una mañana le dieron el alta.
Maria del alma,
como una muñeca de Reyes, se venia con nosotros a la casa.

De estar entubada y frágil
en una cama horizontal
empezó a coger fuerza andando,
y apretando, nuestros dedos negros.

Y Maria del Alma ya corría y jugaba,
las lagrimas de mar amarga
se hicieron arroyos de risa verde.
Los columpios del barrio cantaron para ella la canción de la Araña y el Elefante.

Vinieron nubes de frente y la alegría de Maria del Alma nos hizo embestirlas, hasta tener por patrón el sol latente.

El agua de lluvia empapó nuestra conciencia, y la risa de Maria del Alma limpió nuestras miradas humanas.
Las hizo creyentes y devotas en la inocencia de una niña que nos ardía por dentro.

Maria del Alma era una realidad diaria, que hacia posible vivir la vida con Esperanza.

Reconcilió a madres de tres generaciones, heridas y grietas, en un camino de polvaredas blancas y verdes.

Hoy ya es una muchacha que trae la luz del ámbar.
Bendice al que pasa, cuando le mira, con su alma blanca.

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